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Economía

Los problemas de suministro en el Mar Rojo hacen que la idea rusa de prohibir el aluminio sea aún más perjudicial para la economía de la UE

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La crisis militar del Mar Rojo, que ya está afectando las rutas de transporte globales, elevando los tiempos de entrega y los costos en las cadenas de producción, podría ser un clásico “cisne negro”, un evento inesperado con graves implicaciones globales. Ya ha causado importantes perturbaciones en la cadena de suministro de los productores de la UE y, junto con las sanciones inminentes contra el aluminio ruso, está a punto de remodelar la dinámica industrial europea.

La interrupción de una de las rutas de transporte más transitadas del mundo, que representa alrededor del 12 por ciento del tráfico internacional de contenedores, ha provocado un aumento de los tiempos y costos de transporte (la ruta alternativa alrededor de África añade unos 10 días a la duración del viaje) y una mayor incertidumbre en el suministro de productos básicos. Para Europa, esto se traduce en importantes retrasos y costos adicionales de importación de materiales clave, desde el petróleo hasta el aluminio. La naturaleza de esta crisis también sugiere que puede tener un impacto prolongado, lo que requerirá ajustes estratégicos en la gestión de la cadena de suministro.

Mientras Europa lidia con la crisis logística del Mar Rojo y la perspectiva de sanciones al aluminio primario ruso, hay mucho en juego para su economía. Esta convergencia de acontecimientos está a punto de remodelar el panorama industrial, con implicaciones para la inflación, la producción y el empleo. Las complicaciones de la cadena de suministro ya han obligado a empresas como Tesla, Suzuki y Volvo a suspender sus filiales europeas. Las interrupciones logísticas y el aumento de los costos de envío de contenedores afectarán a cientos de otras empresas, sobre todo en los sectores minoristas, y IKEA de Suecia y Next del Reino Unido advierten sobre posibles retrasos en la entrega de mercancías.

El mercado del aluminio en Europa en particular está mostrando signos de tensión, como lo demuestran las crecientes primas del aluminio primario en Rotterdam, que han aumentado entre un 10% y un 15% desde principios de diciembre después de un largo período de caída. Este aumento, una respuesta directa a las incertidumbres de la oferta y al aumento de la demanda, pone de relieve la sensibilidad del mercado. Para complicar la cuestión están los actuales intentos de imponer sanciones al aluminio ruso. Si bien hasta ahora se han archivado los repetidos llamamientos de los responsables políticos y expertos en sanciones de la UE para imponer una prohibición al aluminio primario fabricado en Rusia como fuente importante de ingresos por exportaciones del país, siguen sobre la mesa como una opción de “último recurso”.

Según ING Think, las nuevas interrupciones en el suministro no podrían haber llegado en peor momento, ya que la producción de aluminio de la Unión Europea es actualmente la más baja de este siglo. Mientras que el consumo de aluminio en la UE aumentó un 13 por ciento desde 2000, la capacidad de producción en el mismo período cayó dos tercios: de 3 millones de toneladas a poco menos de 1 millón de toneladas. Las principales razones de esta espectacular caída fueron los altos costos de la electricidad y la mano de obra, así como el aumento de las cargas ambientales. Además, el aumento de los precios de la energía tras el estallido del conflicto en Ucrania a principios de 2022 restringió aún más los márgenes de los productores, en particular de metales sensibles a la energía como el aluminio.

No hace falta decir que el doble desafío de la crisis del Mar Rojo y las posibles sanciones rusas al aluminio podrían tener un efecto en cascada en la economía europea. Los crecientes costos del aluminio contribuirán a la inflación, ya que las industrias luchan con mayores gastos de producción. Esta situación también podría conducir a una desaceleración de las actividades industriales, impactando el empleo y el crecimiento económico que ya está al borde de la recesión en la Unión Europea.

La decisión de imponer nuevas sanciones al aluminio ruso está llena de complejidad. Los gobiernos europeos deben equilibrar los riesgos económicos con consideraciones geopolíticas, en un contexto en el que su capital político ya se está agotando y Rusia sigue siendo un proveedor clave de aluminio para el mercado de la UE, en particular la variedad de alta calidad y bajas emisiones de carbono necesaria para el desarrollo ecológico. cadenas de suministro.

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Al reflexionar sobre las sanciones de 2018 a Rusal, recordamos la volatilidad del mercado en respuesta a las tensiones geopolíticas. Las sanciones mal pensadas provocaron un aumento de los precios a nivel mundial y perturbaciones en el suministro, con impactos significativos en las industrias europeas. Hoy, la posibilidad de nuevas sanciones al aluminio ruso pone en primer plano preocupaciones similares, con graves implicaciones potenciales para la estabilidad del suministro y las estructuras de costos.

Para afrontar estos desafíos, el camino a seguir por Europa exige agilidad estratégica. Los formuladores de políticas y los líderes de la industria deben colaborar para navegar estos tiempos turbulentos, equilibrando las necesidades económicas inmediatas con objetivos geopolíticos y de sostenibilidad más amplios. Los próximos meses serán fundamentales para dar forma no sólo al mercado del aluminio, sino también a la trayectoria económica más amplia del continente.

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EU Reporter publica artículos de una variedad de fuentes externas que expresan una amplia gama de puntos de vista. Las posiciones adoptadas en estos artículos no son necesariamente las de EU Reporter.

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