20150910 LavrovEl Ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, se reúne con representantes de la oposición siria en Moscú el 31 de agosto de 2015. Foto de Getty I

Académicoy Robert Bosch Fellow, Programa Rusia y Eurasia

Durante los últimos tres meses, tanto la prensa occidental como la árabe han estado esperando señales de cambio en la postura rusa sobre Siria y tal vez incluso la retirada del apoyo del régimen de Bashar al-Assad. Algunos fueron tan lejos como para contender que Rusia finalmente había entendido que el fin del gobierno sirio estaba cerca y había decidido cubrir sus apuestas intensificando el diálogo con los partidarios de la oposición siria. El tráfico diplomático entre altos funcionarios rusos y sus colegas de EE. UU., Arabia Saudita, Jordania, Egipto y Qatar, así como las reuniones semioficiales con la oposición siria, se consideraron una prueba de la política cambiante de Rusia.

A finales de julio, las Wall Street Journal ficticio que la visita del príncipe heredero adjunto de Arabia Saudita Muhammad bin Salman a San Petersburgo fue otro intento de Riad de conseguir la aceptación de Rusia en Siria. Dado el número de acuerdos comerciales, económicos y de inversión firmados durante el viaje, incluso los expertos rusos predijeron un posible cambio en la política de Moscú. Las declaraciones entusiastas del presidente estadounidense Barack Obama (los días 6 y 14 de julio) sobre el papel positivo que Rusia podría desempeñar en la solución del conflicto sirio se tomaron como otra indicación.

Armas para Assad

Sin embargo, los acontecimientos recientes han demostrado que, una vez más, Occidente ha interpretado mal las intenciones de Rusia. Moscú, en cambio, ha decidido aumentar las apuestas en Siria intensificando la asistencia militar a Assad. Se dijo que los últimos envíos incluían drones de vigilancia, BTR-80A (o, según algunas fuentes, el más sofisticado BTR-82), transportadores de personal blindados anfibios avanzados, camiones militares de los Urales y vehículos de movilidad de infantería GAZ Tigr (proporcionados relativamente recientemente a Rusia. propio ejército). También ha habido rumores de que Moscú planea suministrar varios aviones de combate MiG-31 y proporcionar pilotos para operarlos.

Esto ha llevado a reclamaciones en el oeste medios de comunicación que Rusia está a punto de desplegar botas sobre el terreno en Siria. Incluso se ha especulado que las autoridades sirias han comenzado a construir alojamiento para miles de soldados rusos. Si bien las declaraciones anteriores son fantasiosas, el hecho de que el Kremlin haya intensificado su asistencia militar a Siria demuestra que Moscú no tiene intención de retirar su apoyo a Assad. Hay al menos dos razones para esto.

Larga vida al rey

Primero, las autoridades rusas no creen que los días de Assad estén contados. En una conferencia de prensa en Doha el 3 de agosto, el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergey Lavrov, incluso bromeó diciendo que "el fin de Assad se predijo hace cuatro años y todavía no ha llegado". Las autoridades de Damasco están agotadas por el prolongado conflicto, pero su reciente decisión de concentrarse en defender sus principales baluartes (la zona litoral, Homs, Hama y Damasco) puede fortalecerlas. La combinación de la composición étnica y religiosa de algunas de estas áreas, el acceso del régimen a los suministros de armas rusos y los `` voluntarios '' chiíes del Líbano, Irak e Irán, significa que las fuerzas de la oposición ahora tendrán más dificultades que antes para lograr nuevas éxito en el campo de batalla. Nadie está prediciendo una derrota rápida para Assad; por el contrario, un número creciente de líderes europeos ven al Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS) como la principal amenaza. Algunos de ellos han sugerido que es necesario involucrar a Assad para derrotarlos. Dadas las circunstancias, Moscú ya no está bajo presión para retirar su apoyo a Assad.

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El yihadismo como desafío nacional clave

Las autoridades de Moscú parecen creer que al ayudar a Assad están protegiendo los intereses nacionales de Rusia, particularmente en la lucha contra los combatientes yihadistas. En agosto de 2014, Lavrov llamó a ISIS "la principal amenaza" para Rusia en la región. El Kremlin sostiene que la caída de Assad convertiría a Siria en otra Libia, lo que significaría una mayor radicalización de Oriente Medio y la exportación del radicalismo islámico a Rusia, el norte y sur del Cáucaso y Asia central.

Los servicios de seguridad rusos están observando de cerca las actividades de alrededor de 2,000 yihadistas de habla rusa en Siria, la mayoría de ellos combatientes efectivos que albergan mala voluntad hacia el gobierno ruso. Si Assad es destituido del poder, Moscú tiene pocas dudas de que estos combatientes trasladarían su lucha por el califato islámico al espacio postsoviético. Por lo tanto, el Kremlin preferiría luchar y derrotarlos fuera del territorio ruso.

Ayudar a los aliados

Finalmente, retirar el apoyo de Assad supondría un duro golpe para la imagen del presidente Putin en casa. Assad es retratado habitualmente como el aliado de Moscú en la lucha contra el desafío islamista en los medios de comunicación rusos, y la lealtad de Rusia hacia él se considera una cuestión de "principios". En consecuencia, las autoridades rusas tendrían problemas para explicar los cambios en sus relaciones con Damasco al público en general.

Nada nuevo

La postura de Rusia sobre Siria está impulsada por el interés propio y refleja las condiciones sobre el terreno: la propaganda rusa sigue repitiendo la idea de que, aunque las fuerzas gubernamentales han perdido una gran parte del territorio del país, todavía controlan las zonas más pobladas. A los ojos del Kremlin, esto convierte a Assad en una persona con quien tratar. El 'plan maestro' de Moscú es garantizar la supervivencia del régimen sirio y su reciente decisión de intensificar el apoyo militar a Damasco no debería haber sido una sorpresa. Es poco probable que Rusia se desvíe de su estrategia de apoyar a Assad en el futuro previsible.