Pakistán
Llamado a tomar medidas decisivas ante las violaciones de los derechos humanos en Pakistán
En medio de crecientes preocupaciones por las violaciones de los derechos humanos en Pakistán, una reciente conferencia reunió a expertos para discutir la urgente necesidad de que la comunidad internacional adopte medidas decisivas.
El evento, moderado por Gary Cartwright, editor de EU Today, contó con la participación de Joseph Janssens de la Campaña Jubileo, Willy Fautré, director de Derechos Humanos sin Fronteras, y Chris Blackburn, analista de medios y seguridad.
Durante el debate se destacó el continuo uso indebido de las leyes sobre blasfemia por parte de Pakistán y la persecución de las minorías religiosas, y los panelistas pidieron unánimemente la suspensión del país de la Commonwealth.
El telón de fondo de la conversación fue la Reunión bienal de Jefes de Gobierno de la Commonwealth (CHOGM), que tuvo lugar en Samoa por primera vez.
Mientras los líderes de la Commonwealth se reunían para discutir temas globales clave, los participantes de la conferencia se centraron en el alarmante historial de derechos humanos de Pakistán y pidieron la suspensión de este país de la Commonwealth debido a sus violaciones sistémicas de los derechos humanos, en particular sus leyes de blasfemia.
Las leyes de blasfemia de Pakistán: una herramienta de opresión
El debate se centró en las tristemente célebres leyes de blasfemia de Pakistán, que se han utilizado para atacar a minorías religiosas y disidentes, lo que a menudo ha dado lugar a ejecuciones extrajudiciales. Las leyes de blasfemia, que penalizan acciones o expresiones que se consideran insultantes para el Islam, han dado lugar a una cultura de miedo y violencia.
Las acusaciones de blasfemia, a menudo infundadas o motivadas por venganzas personales, han dado lugar a linchamientos multitudinarios, incendios y ejecuciones públicas, frecuentemente sin ningún procedimiento legal.
Joseph Janssens, cristiano de origen paquistaní y defensor de derechos humanos de la Campaña del Jubileo, había regresado recientemente de Pakistán, donde presenció en primera persona el devastador impacto de estas leyes. Relató múltiples incidentes en los que individuos acusados de blasfemia fueron brutalmente asesinados por turbas o incluso por la policía, mientras que el Estado no intervino ni procesó a los perpetradores. Janssens señaló que la violencia no se limita a una sola región de Pakistán, sino que prevalece en todas las provincias, incluidas Punjab, Sindh y Baluchistán.
Uno de los casos más desgarradores resaltados por Janssens fue el del Dr. Shah Nawaz, un musulmán acusado falsamente de blasfemia en Sindh. Nawaz fue linchado mientras estaba bajo custodia policial y su cuerpo fue quemado más tarde por una turba. La complicidad del estado en estos actos se subrayó aún más cuando Janssens reveló que los oficiales responsables de su muerte fueron elogiados por elementos extremistas dentro de la fuerza policial.
Este patrón de violencia e impunidad se extiende más allá de los casos individuales a comunidades enteras, ya que lugares religiosos, incluidas iglesias, mezquitas ahmadíes y templos hindúes, han sido destruidos en nombre de la blasfemia.
El impacto de estas leyes es de largo alcance. Como explicó Janssens, las simples acusaciones de blasfemia pueden llevar a la destrucción de medios de vida, la quema de viviendas y el desplazamiento de comunidades enteras. Advirtió que el fracaso de Pakistán en proteger a las minorías religiosas y enjuiciar a los responsables de la violencia callejera ha creado una cultura en la que reina la impunidad y en la que la intolerancia religiosa crece día a día.
Respuesta internacional y la Commonwealth
En el debate también se habló de las suspensiones anteriores de Pakistán de la Commonwealth. Pakistán había sido suspendido dos veces antes, en 1999 y 2007, debido a golpes militares, pero en ambas ocasiones se le permitió volver a ingresar en la organización. Los participantes de la conferencia argumentaron que el empeoramiento del historial de derechos humanos de Pakistán, en particular sus leyes sobre la blasfemia, justifican otra suspensión.
Cartwright señaló que se había enviado una carta abierta a la Secretaría de la Commonwealth pidiendo la suspensión de la membresía de Pakistán debido a sus violaciones de los valores fundamentales de la Commonwealth, que incluyen la protección de los derechos humanos.
Willy Fautré, experto en derechos humanos en Bruselas, afirmó que las acciones de Pakistán son incompatibles con los principios de la Carta de la Commonwealth. Señaló que, a pesar de la presión de las ONG internacionales y los reiterados llamamientos en favor de reformas, la situación de los derechos humanos en Pakistán no ha hecho más que empeorar.
Fautré también destacó la importancia de la influencia económica para exigir responsabilidades a Pakistán. Explicó cómo Pakistán se beneficia del estatus del Sistema Generalizado de Preferencias (SGP+) de la UE, que otorga a los productos paquistaníes acceso libre de impuestos al mercado europeo a cambio de cumplir con las normas internacionales de derechos humanos y laborales.
Sin embargo, el incumplimiento por parte de Pakistán de estas normas, en particular en materia de libertad religiosa y derechos laborales, pone en duda su continua elegibilidad para gozar de tales privilegios económicos.
Fautré destacó que la UE tiene el poder de utilizar su relación económica con Pakistán para impulsar reformas, pero hasta ahora no lo ha hecho de manera efectiva. Expresó su frustración por el hecho de que, a pesar de numerosas conferencias y llamamientos de organizaciones de derechos humanos, la Comisión Europea no ha tomado medidas significativas para revisar el estatus SGP+ de Pakistán, que sigue intacto a pesar de las claras pruebas de abusos de los derechos humanos.
Amplificando las voces de los defensores de los derechos humanos
Chris Blackburn, experto en comunicaciones, destacó la necesidad de dar voz a los defensores de los derechos humanos en Pakistán. Señaló que, si bien la comunidad internacional es muy consciente de los problemas, se puede hacer más para apoyar a quienes luchan por el cambio sobre el terreno. Blackburn también señaló que las leyes sobre la blasfemia no sólo se utilizan contra las minorías religiosas, sino que también se han utilizado como herramienta política para silenciar la disidencia dentro de Pakistán.
Blackburn reconoció que si bien los desafíos son inmensos, ha habido casos en que la presión internacional ha conducido a resultados positivos.
Citó la campaña contra los ataques con ácido en Pakistán, donde la atención y la presión internacionales sostenidas dieron como resultado reformas legislativas y mayores protecciones para las víctimas. Blackburn sostuvo que se podría aplicar un enfoque similar a las leyes de blasfemia de Pakistán, con una presión coordinada de los gobiernos internacionales, las ONG y la sociedad civil que potencialmente conduciría a una reforma.
También subrayó que la Commonwealth, en su calidad de organismo internacional, debe respetar sus propios estándares. La Carta de la Commonwealth apoya explícitamente la promoción de la democracia, el estado de derecho y los derechos humanos. Blackburn se preguntó si Pakistán, dada su incapacidad para proteger a las minorías religiosas y defender los derechos humanos básicos, debería seguir beneficiándose de la legitimidad internacional que proporciona la pertenencia a la Commonwealth.
El camino a seguir: la solidaridad internacional
La conferencia concluyó con un llamamiento a la acción. Todos los participantes coincidieron en que la comunidad internacional debe adoptar medidas más enérgicas para abordar la crisis de derechos humanos en Pakistán. Janssens reiteró la urgencia de la situación y advirtió que, sin una intervención internacional, la situación sólo empeorará. Pidió que se mantuviera la presión sobre Pakistán, no sólo por parte de la Commonwealth, sino también de la Unión Europea y las Naciones Unidas.
Fautré y Blackburn destacaron que, si bien las sanciones y suspensiones son necesarias, deben ir acompañadas de un esfuerzo concertado para apoyar a los defensores de los derechos humanos en Pakistán. Amplificar sus voces, brindarles plataformas internacionales y garantizar su seguridad son pasos cruciales para impulsar un cambio duradero.
La reunión de jefes de gobierno de la Commonwealth en Samoa ofrece a los Estados miembros una oportunidad crucial para reafirmar su compromiso con los derechos humanos. Como sostuvieron los participantes en la conferencia, la permanencia de Pakistán en la Commonwealth socava los valores que se supone que la organización debe defender. La suspensión de Pakistán de la Commonwealth, junto con la revisión de sus privilegios económicos, enviaría un mensaje claro de que no se tolerarán las violaciones de los derechos humanos.
Los panelistas destacaron que, si bien la reforma en Pakistán es un proceso complejo y desafiante, el apoyo internacional sigue siendo crucial. Exigir cuentas a Pakistán y respaldar a quienes luchan por el cambio podría tener un impacto significativo en la protección de las vidas y los derechos en el país.
La Propuesta de suspender a Pakistán de la Commonwealth No se plantea como un castigo, sino como una respuesta necesaria a una crisis cada vez más profunda de derechos humanos.
Con la Reunión de Jefes de Gobierno de la Commonwealth en marcha, existe una clara oportunidad para que la comunidad internacional aborde cuestiones como la persecución religiosa, la violencia multitudinaria y el papel de los actores estatales en los abusos de los derechos humanos.
Suspender la membresía de Pakistán afirmaría la dedicación de la Commonwealth a sus valores fundamentales y ofrecería un grado de esperanza a quienes viven bajo leyes restrictivas sobre la blasfemia.
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