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Kazajistán

Estudio de caso de Kazajstán sobre la repatriación y reintegración de familias de Siria e Irak

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La radicalización y el extremismo violento siguen estando entre las amenazas más persistentes y desestabilizadoras para la paz y la seguridad mundiales. A pesar de la derrota militar del autodenominado Estado Islámico (ISIS), organizaciones terroristas de todo el mundo siguen reclutando adeptos e inspirando atentados.

Segun Según Human Rights Watch, en 2023, más de 40,000 extranjeros acusados ​​de vínculos con ISIS permanecían abandonados por sus países en campamentos y prisiones en el noreste de Siria. Estos extranjeros se encontraban retenidos con el consentimiento tácito o explícito de sus países de origen. El informe señala que algunos países han revocado la ciudadanía de algunos de sus ciudadanos, dejando a varios apátridas, violando así su derecho a la nacionalidad. Muchos países, en particular en Europa y Asia Central, se enfrentan al dilema de cómo tratar con los ciudadanos que se unieron a grupos extremistas en el extranjero, especialmente mujeres y niños.

Aunque varios países han dudado o se han negado a repatriar a estas personas, Kazajstán ha adoptado un enfoque diferente, que puede ofrecer ideas a otros gobiernos que afrontan esta compleja cuestión.

Una elección difícil con implicaciones globales

En 2018, el gobierno kazajo ha lanzado Un esfuerzo coordinado para repatriar a sus ciudadanos de las zonas de conflicto en Siria e Irak. Esta fue una decisión controvertida. Los críticos cuestionaron si quienes se habían unido voluntariamente a una organización terrorista merecían regresar.

Sin embargo, a medida que la situación humanitaria en los campamentos sirios se deterioraba, especialmente para las mujeres y los niños, el gobierno kazajo... siguió adelante Con la iniciativa. Durante tres años, mediante una serie de operaciones humanitarias conocidas como "Zhusan" y "Rusafa", Kazajistán repatrió a 754 de sus ciudadanos, incluidos 526 niños.

En lugar de tratar a todos los retornados con sospecha generalizada o castigos, Kazajstán implementó una respuesta adaptada a las circunstancias individuales. Quienes cometieron delitos fueron procesados ​​conforme a la legislación nacional, mientras que las mujeres y los niños se sometieron a programas estructurados de rehabilitación y reintegración. 

“Kazajstán adoptó un enfoque equilibrado y diferenciado”, declaró Stanislav Vassilenko, Embajador en Misión Especial del Ministerio de Asuntos Exteriores de Kazajistán. “Se exigió responsabilidades a los retornados cuando fue necesario, pero el objetivo general fue apoyar su resocialización y brindarles una segunda oportunidad. Como dice un conocido proverbio kazajo: «La fuente de la prosperidad está en la unidad».

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Elementos fundamentales de la reintegración

Los centros de rehabilitación fueron establecer En muchas regiones de Kazajstán, cuentan con psicólogos, asesores jurídicos, eruditos religiosos y trabajadores sociales. Más de 250 especialistas y profesionales de todo Kazajistán estudiaron la prestación de apoyo psicosocial y las cuestiones jurídicas y éticas derivadas del proceso de reintegración. Estos equipos proporcionaron terapia, asistencia jurídica, formación teológica y formación profesional adaptada a los contextos individuales y a los niveles de radicalización. Como resultado, más de 200 niños accedieron a servicios psicosociales y educativos mejorados.

Los expertos también pusieron a prueba un enfoque de "historias intergeneracionales" para fomentar la participación de los ciudadanos repatriados. Este método busca reconstruir los vínculos familiares y sociales interrumpidos, a la vez que fomenta el sentido de identidad y la responsabilidad social. Anima a las generaciones mayores a compartir sus experiencias vitales con las más jóvenes a través de la narración, lo que contribuye a transmitir valores compartidos y conocimientos culturales.

El programa también reconoció que las mujeres y los niños que regresan de zonas de guerra suelen ser víctimas y sujetos de preocupación. Muchas mujeres fueron coaccionadas o engañadas para viajar a territorios controlados por ISIS, y los niños con frecuencia no tenían voz ni voto en las decisiones que se tomaban por ellos.

En colaboración con organizaciones internacionales como la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) y la Oficina de las Naciones Unidas contra el Terrorismo, Kazajstán contribuyó a la Desarrollo de metodologías para apoyar la rehabilitación psicológica y social de las personas retornadas. Estos materiales contienen orientación para ayudar a las familias repatriadas a adaptarse a la vida en Kazajistán. Uno de estos manuales, elaborado por la Fundación Pública “AQNIET”, explora el trauma, las motivaciones y los desafíos de la reintegración de las mujeres que regresaron de Siria e Irak.

“Vemos a cada repatriado no como una estadística, sino como un ser humano”, afirmó Sakentai Mukhamedzhanov, representante de AQNIET. “Comprender sus experiencias y traumas es esencial para romper el ciclo de radicalización y reintegrarlos a una sociedad pacífica”.

Reflexiones para la comunidad internacional

El enfoque de Kazajistán difiere del de muchos países que han tenido dificultades para resolver la situación de sus ciudadanos, en particular de mujeres y niños, en campamentos como Al-Hol y Roj en Siria. Estos campamentos siguen estando superpoblados y en una situación inestable, con acceso limitado a educación, atención médica o servicios de rehabilitación. Las organizaciones humanitarias han expresado su preocupación por la posibilidad de que estas condiciones contribuyan a una futura inestabilidad.

La experiencia de Kazajstán indica que la repatriación, si se aborda con marcos jurídicos claros y apoyo comunitario, puede contribuir a la seguridad y la cohesión social a largo plazo.

Algunos observadores internacionales, incluidos organismos de la ONU, han reconocido estos esfuerzos. Kazajistán se encuentra entre los pocos países que han ratificado los 19 instrumentos jurídicos antiterroristas de la ONU y participa en iniciativas regionales de desradicalización, incluida una en Tayikistán que implica herramientas de seguridad desarrolladas por Kazajistán para sistemas penitenciarios.

En marzo de este año, Astaná, la capital de Kazajstán, organizado Reunión Regional de Expertos sobre el enjuiciamiento de delitos relacionados con combatientes terroristas extranjeros. En el evento, representantes de la UNODC destacaron los esfuerzos de Kazajstán como parte de un diálogo más amplio sobre prácticas eficaces en este ámbito.

El papel de la sociedad civil

El enfoque de Kazajistán involucró a organizaciones no gubernamentales (ONG) y grupos de la sociedad civil. Más de 18 ONG y fundaciones públicas forman parte de un consorcio nacional centrado en la lucha contra el extremismo y el apoyo a los retornados.

Estas organizaciones brindan apoyo para la reintegración y promueven la alfabetización mediática y la educación juvenil para ayudar a reducir la vulnerabilidad a los mensajes extremistas, especialmente en línea. En una época en la que las ideologías radicales suelen propagarse a través de plataformas digitales, estas iniciativas desempeñan un papel preventivo.

“Hemos llegado a comprender que las respuestas de seguridad tradicionales, si bien necesarias, ya no son suficientes. La única contramedida eficaz contra la dimensión ideológica del extremismo es una sociedad civil resiliente, capaz de hablar con la gente en su idioma, en sus espacios y en sus propios términos”, declaró Assolya Mirmanova, vicepresidenta del Comité Antiterrorista.

El enfoque de Kazajistán no está exento de desafíos. La reintegración es un proceso largo y delicado. Algunos retornados pueden tener dificultades para adaptarse. Otros pueden enfrentarse al estigma de sus comunidades. Y siempre existe un riesgo residual de reradicalización. Al mismo tiempo, las alternativas —como la detención prolongada en condiciones de deterioro, especialmente para los niños— plantean graves preocupaciones humanitarias y jurídicas.

La experiencia de Kazajistán no es una solución universal. Lo que resulta eficaz en Asia Central puede requerir adaptación en otros contextos regionales. Sin embargo, elementos clave —como la rendición de cuentas, el apoyo psicológico, la participación comunitaria y la coordinación internacional— pueden ofrecer información útil a otros gobiernos.

Mientras los responsables de las políticas mundiales siguen debatiendo el destino de los combatientes terroristas extranjeros y sus familias, el enfoque de Kazajstán ofrece un estudio de caso sobre cómo la repatriación puede contribuir a una mayor estabilidad y a la reintegración social.

Crédito de la imagen: Fundación Pública Akniet

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