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Libia

Una tercera vía para Libia: Europa debe repensar su estrategia para Libia y garantizar la estabilidad en el norte de África

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Una Libia estable es fundamental para que Europa pueda abordar la migración, contrarrestar la influencia rusa y garantizar la seguridad energética. En un importante acontecimiento, el 19 de enero, el presidente del Consejo Supremo del Estado, Muhammad Takala, y su primer adjunto se reunieron con representantes del movimiento libio para restaurar la monarquía constitucional. El consejo reafirmó su apoyo a los llamamientos para restaurar la monarquía constitucional de Libia, haciendo hincapié en que este mecanismo puede servir como una solución viable a la actual fragmentación y parálisis política del país. Este respaldo marca un momento crucial en los esfuerzos por estabilizar el país, con crecientes llamamientos para reactivar la Constitución de la Independencia suspendida del país y reconocer el liderazgo del príncipe heredero de Libia, Mohammed El Senussi, como instrumento para estabilizar la fragmentada nación del norte de África., escribe Colin Stevens.

En los últimos años, los fracasos políticos de Europa en África han sido dramáticos, y pocos ejemplos son más condenatorios que el caso de Libia. Desde la caída de Muammar Gaddafi en 2011, Libia ha estado atrapada en un ciclo de fracaso político y fragmentación cada vez más profunda, lo que ha creado un vacío de poder que los oportunistas siguen explotando en detrimento del pueblo libio. Esta inestabilidad también ha permitido a los adversarios de Europa atrincherarse, lo que plantea graves amenazas a la seguridad a las puertas de Europa. En medio de este caos, una solución a menudo pasada por alto -la restauración de la monarquía constitucional democrática de Libia- sigue ofreciendo un camino viable hacia adelante.

La posición estratégica de Libia en el flanco sur de Europa y en las costas del Mediterráneo no se puede subestimar. Libia, más cerca de Europa que Siria, sirve como puerta de entrada al Sahel y al resto de África. La inestabilidad actual exacerba problemas críticos, como la migración, el tráfico de personas, el tráfico de drogas y la inseguridad energética. Lo más alarmante es que el vacío de poder en Libia ha permitido a Rusia establecer un punto de apoyo en la región. Está bien documentado que los mercenarios rusos, incluidos grupos como Wagner (ahora llamado The Africa Corp) y Redut, operan libremente en Libia, asegurando su posición con la ayuda de bases militares estratégicas. Esta presencia es una amenaza directa a la seguridad europea y muestra las desastrosas consecuencias de la continua dependencia de Europa de políticas fallidas.

Desde 2011, Europa y las Naciones Unidas han estado profundamente involucradas en el proceso político de Libia, prometiéndoles a los libios un futuro “liderado por Libia”. Sin embargo, ninguna iniciativa de ese tipo ha echado raíces. Las potencias externas han desempeñado papeles mucho más importantes de lo que deberían en la configuración de la trayectoria de Libia. El general Khalifa Haftar, el señor de la guerra que gobierna el este del país, debe su ascenso y poder sostenido al apoyo que recibió originalmente de París y Abu Dhabi. Mientras tanto, en Occidente, la UE fue una voz importante en la incorporación de Abdulhamid Dbeibah para dirigir el Gobierno de Unidad Nacional. En los últimos años, Rusia (en el este) y Turquía (en el oeste) se han convertido en actores destacados. Pero a pesar de estas influencias externas, se ha avanzado poco y, dado el menor énfasis que probablemente pondrá la nueva administración estadounidense en África, Libia es ahora un problema de seguridad aún mayor y más urgente para Europa.

Algunos sostienen que las actuales divisiones internas de Libia se han visto exacerbadas por estos esfuerzos internacionales fallidos. Las fisuras históricas entre el este, el oeste y el sur del país, junto con las rivalidades tribales y entre milicianos, siguen profundizándose. Múltiples esfuerzos, ya sea para construir una nueva república desde cero o para imponer una nueva dictadura militar, han fracasado espectacularmente. El primer enfoque, que implica la redacción de una nueva constitución y la celebración de elecciones nacionales, ignora una lección fundamental de la historia: la democracia no puede comenzar sin instituciones fuertes. El segundo enfoque ignora la realidad práctica de que la enorme masa territorial de Libia, combinada con un faccionalismo extremo, hace que la opción de la dictadura militar sea insostenible. Mientras tanto, la corrupción y el conflicto siguen sin abordarse, lo que socava aún más el progreso.

En medio de este atolladero político, muchos libios, frustrados por la perjudicial intromisión de agentes externos, están recurriendo a la historia de su país en busca de una solución práctica: la restauración de la monarquía constitucional democrática. Establecida en 1951 bajo el reinado del rey Idris, la monarquía histórica de Libia proporcionó el único modelo de gobierno unificador que logró enfatizar la identidad y la estabilidad nacionales. A diferencia de los experimentos militaristas o republicanos, ofreció un marco claramente libio arraigado en la tradición y la historia. Hoy, Su Alteza Real Mohammed El Senussi, Príncipe Heredero de Libia y legítimo heredero de la monarquía, representa ese legado. Su liderazgo podría proporcionar el puente necesario para estabilizar el país y reconstruir sus instituciones democráticas.

Una monarquía constitucional ofrece varias ventajas fundamentales. Es un sistema probado y comprobado, con legitimidad inherente y capacidad para unificar la nación. A diferencia de las facciones actuales de Libia, la monarquía no está implicada en los fracasos y la corrupción de las últimas décadas. Además, ofrece un marco democrático que es una alternativa práctica y culturalmente resonante a los interminables debates constitucionales.

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Históricamente, las monarquías han desempeñado un papel estabilizador en tiempos de crisis nacional. Los países europeos deberían entender esto mejor que la mayoría. Francia, por ejemplo, volvió a la monarquía para lograr estabilidad después del caos de la Revolución Francesa, mientras que Italia restableció su monarquía para sortear la agitación política más reciente, a principios del siglo XX. Estos precedentes históricos subrayan la relevancia de la monarquía constitucional como mecanismo para unificar a las naciones fracturadas y encaminarlas hacia un mejor camino.

La comunidad internacional, encabezada por la ONU y Europa, ha ignorado en gran medida el potencial de la monarquía constitucional de Libia. Esta omisión es desconcertante, dada la propia historia de Europa de depender de la monarquía para restablecer el orden. Peor aún, el continuo énfasis de Europa en apoyar modelos republicanos y militaristas defectuosos, a pesar de un fracaso constante y predecible, ha alejado a los libios, que cada vez más ven a los actores externos como obstáculos que promueven sus propios intereses, en lugar de socios.

En particular, Francia e Italia deberían prestar atención. En los últimos años, ambos países han visto cómo su influencia se debilitaba en África, desde su expulsión del Sahel hasta su menor relevancia en Libia. Al no apoyar una iniciativa verdaderamente liderada por Libia, como la restauración de la monarquía constitucional, Europa corre el riesgo de quedar aún más marginada en el norte de África. No se trata sólo de una cuestión de reputación, sino de seguridad. Una Libia estable es fundamental para la capacidad de Europa de abordar la migración, contrarrestar la influencia rusa y garantizar la seguridad energética.

La restauración de la monarquía constitucional en Libia ya no es una idea marginal. Los recientes diálogos nacionales, encabezados por los propios libios bajo los auspicios de SAR Mohammed El Senussi, han situado a la monarquía en el centro de las discusiones sobre el futuro del país. De manera silenciosa, pero con seguridad, miles de libios de todas las facciones del país han asistido a esas sesiones de diálogo, mostrando el poder unificador de la monarquía en torno a una visión democrática diseñada a la medida de Libia. A pesar de ello, Europa y la ONU siguen obsesionados con estrategias fallidas. Es hora de un replanteamiento fundamental. Lo que está en juego no podría ser más importante.

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EU Reporter publica artículos de una variedad de fuentes externas que expresan una amplia gama de puntos de vista. Las posiciones adoptadas en estos artículos no son necesariamente las de EU Reporter.

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