By Sir Andrew Wood
Miembro Asociado, Rusia y el Programa de Eurasia, Chatham House

  • Después de su reelección en 18 March 2018, por un respetable pero no totalmente ganado margen de victoria, Vladimir Putin se embarcará en lo que, según los acuerdos constitucionales actuales, será su último mandato de seis años.
  • La Rusia de Putin está gobernada por una estructura de poder opaca y cambiante centrada en el Kremlin. Ahora carece de instituciones autorizadas más allá de ese marco que permitiría a Rusia convertirse en un estado plenamente funcional o responsable. El principal objetivo del régimen titular es proteger su control sobre el poder. Por lo tanto, continuará, entre ahora y 2024, seguir las tres directrices de política principales establecidas por Putin en 2012: prescindir de reformas económicas estructurales significativas debido a los riesgos políticos que conllevan; para controlar la población; y perseguir las ambiciones del 'gran poder'.
  • A pesar de una modesta recuperación económica en los últimos tiempos, todo indica que el desempeño económico será, en el mejor de los casos, mediocre en los próximos años. Se anticipa un contexto de 'neo-estancamiento'. Los intereses internos de la población en general seguirán ocupando el segundo lugar en la seguridad y los gastos militares favorecidos por el liderazgo. La gestión de la relación entre las regiones y el centro federal requerirá imaginación y atención.
  • La "verticalidad del poder" de la visión de Putin no es la estructura coherente que sugiere su nombre. Los "entendimientos" cambiantes de lo que está permitido o requerido determinan patrones de comportamiento, no leyes claras o cortes independientes. El FSB, el sucesor de la KGB, opera en el corazón del sistema, a veces en rivalidad con otras agencias, como un colectivo de seguridad dispar y como un grupo con sus propios intereses en engañar al público. La corrupción es inherente al orden putinista de las cosas. La patología natural de estos factores es que la represión y la extorsión sigan aumentando.
  • A medida que se acerca 2024, la cuestión de quién o qué reemplazará a Putin se hará cada vez más prominente. Ya existe la sensación de que Rusia está entrando en una era posterior a Putin. La votación para él en 18 March es aceptar lo inevitable, no un triunfo personal. No hay un grupo organizado a su alrededor para administrar un reemplazo eventual, o para estar preparado para considerar cuáles deberían ser los objetivos de su sucesor (o sus sucesores).
  • El compromiso constante de Putin con el derecho de Rusia a ser una gran potencia, dominante sobre sus vecinos, se hizo una vez más claro en su discurso sobre el estado de la nación a la Asamblea Federal en marzo de 1, junto con las distorsiones que acompañan. El uso, solo dos semanas antes de la elección presidencial, de un agente nervioso de grado militar para envenenar a un ex oficial de GRU y su hija en la ciudad de Salisbury en el Reino Unido ha reforzado el caso para una mayor vigilancia en cuanto a la verdadera naturaleza del Kremlin actual.
  • Occidente debería prestar mucha atención al historial de derechos humanos del Kremlin durante los próximos años, y la forma en que encaja con las obligaciones internacionales existentes de Rusia. El ejercicio de la justicia es una obligación básica de todos los estados y un indicador claro del desarrollo futuro de un país. El Kremlin de Putin no es el conjunto de Rusia: el pueblo ruso juzgará en gran medida a los países de Occidente por su registro moral al considerar lo que puede ser bueno para Rusia a su debido tiempo.

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