Revisión de hechos
Atrapados en el feed: cómo el desplazamiento sin fin distorsiona nuestra realidad y nos desgasta

¡Redes sociales! ¿Cómo llegamos hasta aquí? Hubo un tiempo en que lo que nos despertaba no era el despertador del móvil, ni siquiera una notificación de Instagram, sino el canto de los pájaros o el zumbido de la vida fuera de la ventana. Ahora, Un porcentaje asombroso de personas revisan sus teléfonos A primera hora de la mañana. Los teléfonos móviles se han vuelto omnipresentes gracias a los avances. Nos conectamos con amigos y desconocidos por igual en las aplicaciones de redes sociales, pero ¿a qué precio?, escribe Grace Itumbiri.
El aumento del uso de las redes sociales entre los sudafricanos plantea numerosos peligros, como la susceptibilidad a la desinformación y la manipulación narrativa. Pero antes de hablar de estos peligros, hablemos de... fatiga de las redes sociales—la sobrecarga de información que consumimos a diario. ¿Por qué nadie habla de los enormes cambios que han propiciado los teléfonos móviles? La era anterior a las redes sociales no estuvo exenta de acontecimientos globales; seguían ocurriendo tragedias y las batallas políticas seguían en pleno apogeo. ¿La diferencia? No recibíamos un flujo instantáneo e incesante de estos acontecimientos a cada momento. No teníamos a los autoproclamados analistas políticos, expertos en salud mental o quién sabe quién más de las redes sociales remezclando la información, añadiendo propaganda y difundiéndola minuto a minuto. Las noticias llegaban en porciones digeribles: boletines de radio, periódicos o el noticiero de la noche. Esto daba tiempo para procesar los acontecimientos antes de pasar a la siguiente crisis. Hoy, todo es inmediato, desde noticias verificadas hasta narrativas manipuladas diseñadas para provocar indignación.
Mira, la propaganda y la desinformación siempre han estado aquí. Ya en el siglo XVIII, Rusia utilizó la dezinformatsiya (desinformación) como Una herramienta para engañar y controlar narrativas. Esta táctica se empleó famosamente en las aldeas Potemkin y posteriormente se convirtió en una estrategia clave durante la Guerra Fría para engañar y manipular la percepción pública. ¿La diferencia ahora? La escala, la velocidad y la accesibilidad de estas tácticas se han multiplicado enormemente. Lo que antes se limitaba a operaciones estatales secretas ahora está fácilmente disponible para cualquiera con conexión a internet.
¿Digo que es malo que estemos en la era de los avances tecnológicos? ¿Que podamos chatear entre continentes en tiempo real? ¿Que podamos recibir noticias en segundos? ¿Que podamos interactuar con diversas opiniones en tiempo real? Bueno, quizá sí. O, al menos, quizá diga que no hemos considerado la magnitud de sus consecuencias. Con la promesa de la democracia de la información, también hemos abierto las puertas al agotamiento psicológico, la desilusión y la profundización de las divisiones.
En una época en la que la información está al alcance de la mano, la distinción entre realidad y ficción se ha vuelto cada vez más difusa. Los recientes acontecimientos relacionados con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, han puesto de relieve el profundo impacto de la desinformación en redes sociales en las relaciones internacionales, en particular la orden ejecutiva firmada y la percepción sobre Sudáfrica. Mediante algoritmos y cámaras de eco, se han amplificado mensajes manipulados, se han difundido narrativas sensacionalistas sobre Sudáfrica, lo que ha contribuido a fomentar una percepción global distorsionada de Sudáfrica. ¿Qué ocurre cuando una nación entera es tergiversada repetidamente en línea? ¿Cuando la gente se despierta cada día con un aluvión de mensajes negativos sobre su país, su identidad y su futuro? La fatiga y la ansiedad sociales, exacerbadas por las redes sociales, pueden ser inconmensurables. La saga AfriForum es un ejemplo real de este problema. La conversación en redes sociales, especialmente los intercambios entre usuarios de Estados Unidos y Sudáfrica, es muy reveladora. Es una lección magistral de cómo la desinformación, cuando se repite con la suficiente frecuencia, puede empezar a parecer verdad.
Los algoritmos suelen priorizar el contenido sensacionalista, ya que genera mayor interacción. Este énfasis en el material provocativo puede contribuir a... "Síndrome del mundo malo" Un sesgo cognitivo en el que las personas perciben el mundo como más peligroso de lo que es, debido a la exposición prolongada a noticias negativas. Esto puede tener consecuencias reales: aumento de la xenofobia, creciente desconfianza en las instituciones e incluso decisiones políticas basadas en narrativas falsas. Cuando las personas sienten que el caos es la única realidad, su comportamiento cambia, a veces de maneras perjudiciales para ellas mismas y sus comunidades.
Cuando uno se cansa del uso de las redes sociales y de consumir contenido irritante, se vuelve más fácil manipular. En tales situaciones, se vuelve fundamental que existan voces alternativas en las redes sociales. No se puede subestimar el valor de los verificadores de datos, los canales de noticias verificados y los usuarios destacados de las redes sociales comprometidos con compartir información veraz. Las investigaciones han demostrado que Es probable que la gente crea Su celebridad favorita en las redes sociales, en lugar de, por ejemplo, un canal de noticias. El poder de los influencers y las personalidades digitales no puede ignorarse. Lo reconozcan o no, desempeñan un papel crucial en la configuración del discurso público. Por eso, los usuarios de redes sociales con una gran cantidad de seguidores se convierten en una parte integral para ayudar a fortalecer la resiliencia de sus seguidores. De la misma manera que los desinformadores difunden información maliciosa, los usuarios responsables pueden compartir mensajes positivos y contenido verificado. Es deber de los gobiernos y diversas agencias, incluidas las que se encargan de la regulación de los medios de comunicación, velar por el uso ético de las redes sociales y advertir contra el uso indebido. A veces, las personas no saben que están siendo manipuladas. A veces, basta con... perspectiva alternativa bien situada para romper el ciclo de desinformación.
Ser consciente de las diversas manipulaciones en redes sociales puede ser el primer paso para construir una ciudadanía resiliente. Esto implica enseñar a la gente a plantearse las preguntas correctas: ¿Quién se beneficia de este mensaje? ¿Por qué se difunde esta historia ahora? ¿Proviene esta información de una fuente fiable? Una población escéptica y perspicaz es más difícil de engañar.
Si bien las redes sociales tienen el potencial de movilizar comunidades y fomentar la empatía, la prevalencia de desinformación con fuerte carga emocional puede distorsionar el discurso público. En Sudáfrica, las narrativas que enfatizan las divisiones raciales y el deterioro social pueden eclipsar los esfuerzos por la unidad y el progreso, influyendo tanto en la moral nacional como en las relaciones internacionales. Pero no tiene por qué ser así. Si las redes sociales pueden ser una herramienta para la división, también pueden ser una herramienta para la concienciación, la solidaridad y el diálogo genuino. La pregunta sigue siendo: ¿Optaremos por interactuar con ellas de forma responsable o seguiremos atrapados en las noticias?
Grace Itumbiri es investigadora y consultora de medios con experiencia en periodismo y relaciones públicas. Ex columnista de La NormaExplora la intersección de la tecnología y la sociedad, centrándose en los trastornos de la información, la propaganda computacional y la política mediática global.
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