Bienestar de los animales
El diablo está en los detalles: por qué Europa necesita una estrategia ganadera integral

Europa ha controlado con éxito muchas enfermedades del ganado a lo largo de los años, pero la amenaza de las enfermedades animales nunca termina del todo. En 2023, el continente sufrió un brote del virus de la lengua azul que costó solo a los Países Bajos unos 200 millones de euros. A principios de este año, Alemania sufrió su primer brote de fiebre aftosa en más de tres décadas, lo que dio lugar a prohibiciones a las exportaciones alemanas de carne y productos lácteos. escribe Pierre Sultana, director de asuntos públicos de AnimalhealthEurope, la asociación europea de salud animal.
Lo que estos recientes brotes han puesto de relieve es la amenaza perenne que suponen las enfermedades animales para la seguridad alimentaria, la salud y los sistemas económicos en todo el continente. Provocan enormes pérdidas a los ganaderos, presentan riesgos para la salud humana y perjudican la disponibilidad de alimentos. Y, quizá lo más importante, se prevé que el peligro de estas enfermedades aumente. Tomemos como ejemplo el virus de la lengua azul. La enfermedad es endémica de los trópicos, pero comenzó a migrar a Europa en los años 1990 y se trasladó más al norte en la última década como resultado del aumento de las temperaturas, lo que permitió que un virus adaptado a los climas cálidos prosperara en toda Europa.
Además, los inviernos más cortos y suaves que ha experimentado el continente han permitido que los periodos de transmisión del virus sean más largos. Es probable que este tipo de cambios también se observen en otras enfermedades del ganado. En estas condiciones, mejorar la salud animal es fundamental para garantizar un futuro saludable y sostenible para el sector ganadero y para todos los europeos. A medida que continúan las consultas sobre la Ley de Salud Animal de la UE y se comienza a trabajar en una Estrategia Ganadera Sostenible, las medidas concretas para mejorar la salud animal deben ser el centro de atención. Esto significa, en primer lugar, incorporar al sector de la salud animal a la mesa de negociaciones permitiendo un diálogo regular y constructivo con las autoridades veterinarias.
En la actualidad, el sector no se utiliza lo suficiente como herramienta para lograr una mayor sostenibilidad. Las estrategias consisten en gran medida en principios y enfoques compartidos, pero carecen de las medidas sólidas necesarias, lo que marca un enorme punto ciego en la estrategia potencial. Los expertos en salud animal pueden ofrecer estas medidas prácticas para mejorar la salud animal que, en última instancia, beneficiarán a toda Europa. Por ejemplo, invertir en herramientas preventivas permite a los gobiernos frenar los riesgos antes de que se conviertan en crisis totales. Esto incluye mejorar las vacunaciones, avanzar en la vigilancia de enfermedades y los sistemas de alerta temprana e implementar mejoras en la bioseguridad y prácticas de prevención a nivel de las explotaciones. La prevención de enfermedades es fundamental para reducir las emisiones del sector ganadero porque menos pérdidas significan menos recursos desperdiciados y menos recursos adicionales necesarios para compensar la diferencia.
También responde a las preocupaciones sociales sobre el sacrificio de animales y el gasto de dinero público para compensar a los agricultores por estas pérdidas. Y la reducción de los niveles de enfermedades también ayuda a abordar las preocupaciones en torno a la resistencia a los antimicrobianos (RAM), que amenaza la salud de las personas y los animales en todo el continente. La RAM se produce cuando los microorganismos ya no responden a los tratamientos antimicrobianos. Si bien esto puede suceder de forma natural, se acelera por el uso inadecuado de medicamentos antimicrobianos en la medicina humana y veterinaria. Afortunadamente, el uso de antimicrobianos en animales disminuyó un 53 por ciento en la UE desde 2011. Esta disminución se ha producido en gran medida debido al aumento drástico del uso de productos de prevención que reducen la necesidad de antibióticos en primer lugar. Además, el apoyo a la mejora de la cría puede ayudar a reducir el impacto climático del sector.
Esto incluye pruebas genómicas para ayudar a los agricultores a tomar decisiones informadas sobre la selección de razas para rasgos como la resistencia a las enfermedades, la reducción de las emisiones y la adaptación al clima. En Nueva Zelanda, por ejemplo, el gobierno ha estado trabajando con investigadores para criar rumiantes de alta productividad y bajo nivel de metano, como las ovejas, que han producido un 12 por ciento menos de emisiones de metano que las razas tradicionales. Con más de 220 millones de rumiantes en Europa, incluir enfoques de cría innovadores como estos en la Estrategia de Ganadería Sostenible puede tener un gran impacto en las emisiones del continente.
La prevención de enfermedades y las estrategias de cría contribuyen en gran medida a mejorar la sostenibilidad de la ganadería desde una perspectiva ambiental, pero también son fundamentales para mejorar el bienestar animal y la economía de las explotaciones. Por ejemplo, las nuevas tecnologías, como los sensores utilizados para detectar la rumia de las vacas, pueden detectar enfermedades hasta cinco días antes de que aparezcan los signos clínicos de la enfermedad. Mientras tanto, las tecnologías de predicción del parto dan alertas entre seis y doce horas antes del parto, lo que reduce la mortalidad de los terneros, y las máquinas de alimentación automática pueden leer los parámetros utilizados para detectar la enfermedad respiratoria bovina en los terneros con gran precisión al menos un día antes del diagnóstico clínico. Por lo tanto, la integración de políticas sobre medidas preventivas, el uso de nuevas tecnologías y la mejora de la cría puede ofrecer beneficios exponenciales para las personas y los animales.
La UE es uno de los bloques comerciales más grandes del mundo, con casi 450 millones de personas que dependen de las autoridades responsables para protegerse de las crisis económicas y sanitarias. Por lo tanto, el continente no puede permitirse un enfoque pasivo en materia de salud animal y prevención de enfermedades, especialmente cuando las enfermedades animales persisten a pesar de las medidas ya establecidas. Una estrategia a nivel de la UE necesita algo más que principios y enfoques compartidos. Necesita políticas tangibles y mejores prácticas para ser eficaz y abarcar toda la cadena de suministro de ganado. Sin una acción decisiva e inclusiva, el próximo brote importante no es una cuestión de “si”, sino de “cuándo”, y Europa no puede permitirse el lujo de no estar preparada para la “enfermedad X”.
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