Bienestar de los animales
Sin una estrategia clara de vacunación animal, el próximo brote podría ser un desastre

Los brotes de enfermedades animales que han tenido lugar este último año deberían servir de advertencia a todos los europeos. Estos brotes, que ya no son acontecimientos raros y aislados, sino habituales y cada vez más preocupantes, suponen una amenaza cada vez mayor para Europa (no solo para el bienestar animal y la economía, sino también para la salud pública). escribe la Secretaria General de AnimalhealthEurope, Roxane Feller.
Esta vez tuvimos suerte. En respuesta a los brotes del virus de la lengua azul en 2024, el sector de la salud animal desarrolló y distribuyó rápidamente vacunas para limitar su impacto en el sector agrícola europeo.
No quiero ser pesimista, pero confiar en la suerte no es una estrategia inteligente. Para protegernos del próximo brote inevitable de una enfermedad, necesitamos un cambio fundamental de un enfoque de “apagar incendios” a un enfoque de “prevenir incendios”. De lo contrario, las consecuencias de un brote futuro podrían salirse de nuestro control y asestarían un duro golpe a la agricultura, la salud pública y la economía europeas en general.
El crecimiento demográfico, la creciente urbanización y las políticas contradictorias en materia de salud y comercio animal están aumentando los riesgos de brotes de enfermedades entre los animales y su posible transmisión a los seres humanos. Los cambios en el clima a lo largo del tiempo también han exacerbado el problema, ya que el aumento de las temperaturas y las fluctuaciones en los patrones de precipitaciones afectan la incidencia y la propagación de enfermedades en toda Europa.
En los últimos años, Europa ha experimentado un crecimiento asombroso el 600 por ciento aumento de casos zoonóticos humanos y hemos visto enfermedades como Nilo del Oeste El virus salta de África al sur de Europa, gracias a los efectos del cambio climático en las condiciones climáticas. Se trata de un problema mundial, con brotes cada vez mayores en todo el mundo que provocan trastornos cadenas de suministro e incluso muertes humanasÉstas ya no son anomalías aisladas: son síntomas de una tendencia ascendente más amplia y preocupante.
El resurgimiento de la lengua azul en toda Europa el año pasado es otra señal de advertencia y una prueba de fuego importante para determinar la preparación del continente. Este año tuvimos suerte: la industria conocía esta variante de la lengua azul (BTV-3) y el desarrollo de la vacuna se aceleró rápidamente; además, las condiciones climáticas para los mosquitos (los insectos voladores que transmiten la lengua azul de un rebaño a otro) no eran favorables.
Los brotes futuros (por ejemplo, cuando surge un nuevo serotipo) pueden no ser tan indulgentes. Las consecuencias pueden eclipsar los impactos del brote de 2006-2008 en Europa, cuando el serotipo 8 del virus de la lengua azul (BTV-8), entonces novedoso, tuvo graves consecuencias económicas, agrícolas y de bienestar animal, que afectaron solo a los Países Bajos. 200 millones de euros.
¿Cómo podemos prevenir futuros brotes potencialmente catastróficos? La respuesta está en el poder de la preparación.
La vacunación animal, mediante la cual se “entrena” el sistema inmunológico de los animales para que reconozcan y combatan patógenos específicos, deteniendo las infecciones antes de que causen daño, es una herramienta vital para prevenir los brotes. Las vacunas no solo reducen las enfermedades, limitan su propagación y, por lo tanto, las muertes de animales (lo que protege los medios de vida de los agricultores y la seguridad alimentaria en general), sino que también pueden salvaguardar la salud humana al controlar las enfermedades zoonóticas que pueden transmitirse de los animales a las personas.
Sin embargo, aunque han mejorado en los últimos 25 años, las tasas de vacunación en toda Europa siguen siendo...l demasiado bajaPara protegernos contra el próximo brote inevitable, necesitamos hacer un mayor hincapié en la vacunación. De lo contrario, las consecuencias podrían ser graves. Esto significa mejorar la conciencia pública, apoyar más investigación y desarrollo y garantizar que las vacunas estén ampliamente disponibles.
Pero no basta con mejorar la vacunación, sino que es necesario que se integre en una estrategia clara y más amplia, basada en la ética de la prevención y la anticipación, en lugar de la reacción y la recuperación.
La vigilancia eficaz de las enfermedades animales y la mejora de la bioseguridad son los pilares de la preparación. El fortalecimiento de la preparación de Europa ante los brotes comienza con la mejora de la recopilación de información sobre las enfermedades animales y el fomento del diálogo regular entre las principales partes interesadas en la prevención y la mitigación, como los líderes de la industria de la salud animal y los directores veterinarios.
Además, es fundamental actuar con rapidez durante un brote. Establecer un mecanismo de respuesta rápida puede ayudar a los encargados de la toma de decisiones y a los encargados de la ejecución a colaborar de manera más eficaz, lo que permite distribuir las vacunas de manera oportuna cuando se produce un desastre.
Más allá de económico, animal y humano salud Además de los beneficios de seguridad, la mejora de la protección contra las enfermedades animales puede traer enormes beneficios ambientales. Reducir las enfermedades en tan solo diez puntos porcentuales a nivel mundial, por ejemplo, puede prevenir 800 millones de toneladas de emisiones de gases de efecto invernadero al año, el equivalente a las emisiones anuales de 117 millones de europeos.
Son innegables los argumentos sanitarios, económicos y ambientales a favor de una estrategia de vacunación animal más clara. Nuestro enfoque actual sigue siendo precario, pero el año 2025 ofrece una oportunidad crucial para implementar soluciones sostenibles. Aumentar la vacunación animal es una vía eficaz para prevenir y mitigar la gravedad de las enfermedades que amenazan tanto a los seres humanos como a los animales. El próximo brote no es una cuestión de "si" sino de "cuándo".
Si se adoptan estrategias proactivas, el año 2025 puede marcar un punto de inflexión en la reducción de los brotes de enfermedades animales, la protección de las economías y la garantía de la salud de los animales y las personas. Los dirigentes europeos deben aprovechar este momento para construir un futuro más fuerte y resiliente.
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