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El surgimiento de la era de la guerra de la información

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Los términos “guerra fría”, “nueva guerra fría” y “guerra cognitiva” han adquirido una importancia significativa en el discurso contemporáneo. En un mundo fragmentado, está surgiendo una hegemonía regional que conduce a la división de grupos organizados en facciones impulsadas por ideologías. Hoy, el panorama global se caracteriza en gran medida por una confrontación entre el bando de los ideales democráticos occidentales y el del poder centralizado, lo que configura la dinámica fundamental del futuro. Aunque intervienen diversas fuerzas políticas, no dominan de manera singular la narrativa política global y, en la mayoría de los casos, esas influencias pasan desapercibidas., escribe el fundador de ANBOUND, Kung Chan.

La “guerra de influencia” se define aquí como un conflicto virtual diseñado para subvertir y transformar fuerzas políticas, entornos sociales o naciones específicas. Al igual que la guerra convencional, implica una subversión y un cambio significativos, lo que justifica el término “guerra” en este caso. Este conflicto requiere un enfoque estructurado y organizado, lo que lo distingue de los grupos desorganizados. Sus implicaciones se extienden más allá de los países individuales y afectan la dinámica global. Se lleva a cabo principalmente en plataformas virtuales, pero también puede implicar la coordinación con operaciones militares o de inteligencia. En última instancia, la manipulación y el control de la influencia sirven como herramientas centrales en este tipo de guerra, lo que aclara su definición y significado.

La guerra de influencia ha surgido principalmente debido a los crecientes desafíos de la guerra tradicional, impulsados ​​por tres factores principales. En primer lugar, la presencia de armas de destrucción masiva, en particular armas nucleares, crea un temor a la destrucción mutua que puede desestabilizar a los gobiernos centralizados; cuanto más centralizada sea la autoridad, mayor es el riesgo de parálisis. En segundo lugar, los avances tecnológicos han dado a algunos países ventajas abrumadoras, lo que permite la planificación preventiva y la ejecución de victorias decisivas en caso de conflicto. En tercer lugar, el panorama digital, especialmente el papel de las redes sociales y el acceso ininterrumpido a Internet durante conflictos como la actual guerra en Ucrania, proporciona condiciones propicias para la guerra de influencia. Los seres humanos son inherentemente susceptibles a las influencias externas, lo que significa que, si bien los enfrentamientos entre diferentes facciones continuarán, se están manifestando cada vez más como conflictos de influencia virtuales. Si bien la guerra de influencia puede lograr objetivos de subversión y cambio, a menudo lleva más tiempo y genera menores costos y daños en comparación con los métodos tradicionales.

Las definiciones de un concepto relacionado, la “guerra cognitiva”, suelen ser rígidas y se basan en la suposición obsoleta de que los seres humanos pueden desarrollar formas fijas de cognición. En realidad, la comprensión de las personas evoluciona continuamente; no existe un estado absoluto de “lavado de cerebro” ni los pensamientos permanecen estáticos. Toda cognición es temporal y susceptible de cambio, influida por el contexto y el momento. Lo que a menudo se etiqueta como guerra de opinión pública es esencialmente una forma de guerra de propaganda. Este enfoque tradicional puede ser eficaz cuando la conciencia cognitiva del grupo objetivo es baja, pero pierde potencia a medida que aumenta la conciencia. De manera similar, el concepto de guerra de información es amplio y algo vago, ya que toda comunicación implica información. Esta definición requiere un refinamiento para capturar adecuadamente las complejidades de la guerra cognitiva.

Una definición más eficaz de “guerra de influencia” debería centrarse en el proceso continuo de “objetivo-herramienta-operación-resultado”, en lugar de simplemente destacar nodos específicos o interacciones superficiales. Este enfoque captura la esencia de la guerra, donde los objetivos principales son las fuerzas políticas y las naciones, las herramientas son medios de comunicación virtual y las operaciones implican controlar y manipular la influencia para lograr los resultados deseados de subversión y transformación. Esta definición orientada al proceso proporciona un enfoque más claro para comprender la guerra de influencia.

Fundamentalmente, la guerra de influencia es muy distinta del conflicto militar tradicional. Las grandes potencias militares a menudo se convierten en sujetos de influencia, manipuladas en lugar de actuar como agentes. En cambio, la guerra de influencia está estrechamente vinculada a los grupos intelectuales. Aquellos que cuentan con una comunidad intelectual fuerte y comprometida, capaz de desarrollar teorías e información fiables mediante una comunicación eficaz, tienen más probabilidades de tener éxito en este ámbito.

Un ejemplo notable de guerra de influencias son las elecciones presidenciales de Estados Unidos, que sirven como campo de batalla político. Las reglas electorales establecidas facilitan la observación, proporcionando un marco para los experimentos sociales. En las elecciones presidenciales estadounidenses de 2024, se ve al Partido Demócrata moldeando las narrativas mediáticas para influir en la opinión pública contra Donald Trump, lo que a menudo resulta en una falta de cobertura positiva para él. Al mismo tiempo, Trump utiliza las redes sociales para contrarrestar esta narrativa y generar influencia favorable. Los votantes, junto con ciertos grupos intelectuales, participan activamente en esta contienda de influencias, moldeando sus posiciones sobre los candidatos. Dado que la guerra de influencias puede producir tanto éxitos como fracasos, se la caracteriza acertadamente como una guerra, cuyos resultados se reflejan en los resultados electorales.

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Incluso durante los conflictos militares activos, la guerra de influencias sigue desempeñando un papel crucial, ya que moldea el sentimiento público y determina el apoyo a los líderes militares y sus decisiones. Por ejemplo, el nivel de apoyo al presidente ucraniano Volodymyr Zelenskyy durante el conflicto afecta significativamente el resultado de la guerra. La guerra de influencias representa una nueva dimensión del conflicto en el mundo actual, que incorpora diversos elementos culturales como discursos, rumores, narraciones, comentarios, publicaciones, filosofía, religión, música y películas. Estos componentes culturales se desarrollan estratégicamente y se utilizan como herramientas en la guerra de influencias, lo que repercute en la paz, la estabilidad y la prosperidad mundiales.

El concepto de guerra fría se ha vuelto cada vez más obsoleto y la probabilidad de una guerra caliente convencional parece baja en muchos casos. En tales circunstancias, la guerra de influencias es cada vez más relevante y significativa.

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EU Reporter publica artículos de una variedad de fuentes externas que expresan una amplia gama de puntos de vista. Las posiciones adoptadas en estos artículos no son necesariamente las de EU Reporter.

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