Armenia
Proceso de paz entre Armenia y Azerbaiyán: realidades actuales y perspectivas

El panorama político del Cáucaso Sur ha experimentado cambios significativos en los últimos cuatro años. El conflicto, que se prolongó durante décadas entre Azerbaiyán y Armenia, entró en una nueva fase tras la guerra de 44 días de Azerbaiyán en 2020, que resultó en la liberación de sus territorios de la ocupación. Históricamente, esta región ha sido un foco de intereses geopolíticos contrapuestos, y estas influencias externas siguen configurando el proceso de paz en la actualidad., escribe el Dr. Matin Mammadli, Asesor principal del Centro de Análisis de Políticas Internacionales con sede en Bakú Relaciones.
Si bien las nuevas realidades políticas surgidas tras el conflicto han creado un entorno propicio para un acuerdo de paz duradero entre Azerbaiyán y Armenia, el proceso sigue estancado por diversas razones. En el contexto actual de las relaciones internacionales, la firma de un tratado de paz no solo afectará a los dos Estados involucrados, sino que también tendrá implicaciones para las estrategias geopolíticas de las principales potencias con intereses en la región. Por lo tanto, el proceso de paz entre Azerbaiyán y Armenia no debe analizarse únicamente desde la perspectiva de las relaciones bilaterales, sino en el contexto más amplio de la política regional y global.
Avances en el proceso de paz
Las negociaciones sobre el tratado de paz se han intensificado en los últimos meses. Los ministros de Asuntos Exteriores de Azerbaiyán y Armenia han mantenido numerosas reuniones para debatir los aspectos clave del acuerdo, lo que ha dado como resultado un borrador preliminar con 17 disposiciones consensuadas. Cabe destacar que Armenia parece haber aceptado dos puntos cruciales que anteriormente habían sido motivo de gran controversia entre las partes: la renuncia a presentar reclamaciones mutuas ante tribunales internacionales y la exclusión de la intervención de terceros en asuntos fronterizos.
Otro avance significativo se refiere a la delimitación de fronteras. Hasta la fecha, se ha acordado la demarcación de un tramo de 13 kilómetros de la frontera entre Armenia y Azerbaiyán. Este avance demuestra que se pueden tomar medidas prácticas para normalizar las relaciones entre ambos países. La continuación exitosa del proceso de delimitación es crucial para garantizar la estabilidad a largo plazo en la región.
Además, un hito importante en las negociaciones es la decisión de llevar a cabo conversaciones bilaterales directas, sin intermediarios. El fracaso de los mecanismos internacionales de mediación para resolver el conflicto está bien documentado, en particular la ineficacia del Grupo de Minsk de la OSCE durante el conflicto y el papel contraproducente de algunos mediadores en el período posterior al conflicto. Estas experiencias han reforzado la idea de que el enfoque más eficaz para resolver los problemas pendientes es el diálogo directo entre Bakú y Ereván.
Obstáculos clave para el proceso de paz
A pesar de estos avances positivos, varios factores siguen obstaculizando la conclusión exitosa del proceso de paz.
1. Las reivindicaciones territoriales constitucionales de Armenia
La postura de Azerbaiyán es clara: Armenia debe renunciar a cualquier reivindicación territorial contra Azerbaiyán contemplada en su Constitución. La presencia de dichas reivindicaciones en el marco jurídico armenio suscita la preocupación de que Ereván pueda utilizarlas como base para futuras escaladas de violencia. El gobierno azerbaiyano ha declarado inequívocamente que solo se firmará un acuerdo de paz una vez que Armenia abandone formalmente estas reivindicaciones. Esta condición no es una mera formalidad diplomática, sino una necesidad estratégica para garantizar una paz duradera y significativa.
2. El Grupo de Minsk de la OSCE debería disolverse
Azerbaiyán sostiene que, dado que el conflicto se ha resuelto, no hay justificación para la continuidad del Grupo de Minsk de la OSCE. Si bien la postura de Bakú se basa en la lógica política, Armenia aún no ha aceptado plenamente esta realidad. Cabe señalar también que el Grupo de Minsk ha permanecido prácticamente inactivo desde la Segunda Guerra de Karabaj, lo que hace redundante su continuidad.
3. El desarrollo militar de Armenia y sus políticas revanchistas
Armenia ha incrementado significativamente su gasto militar en los últimos años. Tras la Segunda Guerra de Karabaj, el gobierno armenio ha incrementado sistemáticamente su presupuesto de defensa. Por ejemplo, el presupuesto militar de Armenia era de aproximadamente 600 millones de dólares en 2021, pero se prevé que para 2025 supere los 1.7 millones. Según datos oficiales, Armenia destina el 4.2 % de su PIB a gastos militares, una de las cifras más altas del espacio postsoviético. Además, es bien sabido que ciertos países occidentales y potencias regionales apoyan el rearme de Armenia. Esta tendencia no se limita a la autodefensa de Armenia, sino que representa un intento de alterar el equilibrio regional. La rápida militarización de un país con un historial de agresión territorial supone una grave amenaza para el proceso de paz.
Simultáneamente, la creciente influencia de las fuerzas revanchistas en Armenia socava aún más las perspectivas de paz. La retórica de las antiguas élites políticas, especialmente de los líderes radicales de la oposición, que promueven discursos contrarios a la paz e incitan a las protestas callejeras, ha presionado al gobierno del primer ministro Nikol Pashinyan para que adopte una postura más cautelosa. El resurgimiento de los sentimientos revanchistas en la sociedad armenia, en particular las consignas que abogan por la "restauración de los territorios perdidos", pone en duda la viabilidad a largo plazo de los esfuerzos de paz.
4. Influencias internacionales y el papel de los actores externos
La participación de potencias extranjeras en el proceso de paz es otro factor crucial. Estados Unidos y la Unión Europea, en lugar de actuar como mediadores neutrales, se han alineado mayoritariamente con Armenia, lo que ha complicado las negociaciones. Rusia, por su parte, se muestra reticente a apoyar plenamente el proceso de paz, ya que busca mantener su presencia político-militar en la región. Estas influencias externas generan divisiones en el panorama político armenio y dificultan la consecución de un acuerdo de paz definitivo.
Conclusión y perspectivas futuras
La situación actual indica que existe una oportunidad real para la conclusión exitosa del proceso de paz entre Azerbaiyán y Armenia. Sin embargo, persisten varios desafíos: el gobierno de Pashinyan ha adoptado posiciones contradictorias en las negociaciones, la expansión militar de Armenia continúa, la inestabilidad política interna en Ereván persiste y las potencias externas persiguen sus propios objetivos geopolíticos en la región. Estos factores, en conjunto, dificultan la rápida firma de un acuerdo de paz.
La postura de Azerbaiyán permanece inalterada: un tratado de paz debe basarse en el compromiso de Armenia con obligaciones jurídicas y políticas concretas. De lo contrario, el acuerdo será meramente simbólico y aumentará el riesgo de futuras escaladas.
A pesar de estos obstáculos, la continuación de las conversaciones de paz y los avances logrados en cuestiones clave demuestran que la reconciliación posconflicto sigue siendo una perspectiva viable. El camino más sostenible para la región reside en fomentar la confianza mutua y el compromiso de Armenia con una trayectoria de desarrollo estable.
Esto no sólo beneficiará a Azerbaiyán y Armenia, sino que también servirá como factor decisivo para garantizar la estabilidad geopolítica de toda la región del Cáucaso Sur.
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